top of page

EXPEDIENTE RICALDONI

Exposición en la Alianza Francesa de Rosario, en el marco del ​Programa de exposiciones para artistas y curadores de  la Municipalidad de Rosario. Tutoría de Mauro Guzmán y Gabi Gabelich. Agosto de 2019.

Tebaldo Jorge Ricaldoni no se dedicó únicamente a cumplir con los trabajos que le encargaban como ingeniero. Su pasión por la física (y el afán por el conocimiento, propio de la época) lo condujo a otros lugares que él mismo estaba buscando. Inventó las pilas de cromo, introdujo la radiología en Latinoamérica, diseñó un submarino y creó un modulador de ondas que permitía comunicar dos o más telégrafos de manera inalámbrica. Todo esto por deseo propio y de manera autogestiva.
Tenía todas las condiciones para ser alzado por la historia de la ciencia como una personalidad de la talla de Edison, Graham Bell o Tesla, sin embargo, nadie se encargó con éxito de poner en valor su figura.
Desde hace más o menos dos años vengo intentando hacer un relevamiento de datos que me permitan confeccionar un informe biográfico. Estuve dos meses en Montevideo, suponiendo que encontraría allí material único en los diarios de la época, los registros del colegio al que asistió, el relato de sus descendientes, testimonios directos e indirectos que me ayudaran a reconstruir la personalidad de este tipo que, sin convertirse en nadie trascendente para la historia de la ciencia, logró condensar en una sola persona muchas de las cosas que hoy me interesan. Contra mis expectativas, no conocí prácticamente a ningún montevideano que haya oído hablar de él (a no ser por la confusión obligada con el nombre de la Av. Ricaldoni, que en realidad no lo homenajea a él sino a su hermano). Tebaldo Ricaldoni no aparece en ninguna base de datos, ni en la Biblioteca Nacional, ni en el Archivo General de la Nación, ni en el archivo del Sodre, ni siquiera está anotado en el Registro Civil. La investigación se volvió, por lo tanto, tan dificultosa como necesaria. 
Durante todo este tiempo, intenté en vano comunicarme con sus descendientes, produje dibujos a partir de sus inventos, recabé datos mediante un gugleo profundo, intenté replicar alguno de sus inventos... El gugleo profundo me permitió darle forma a lo que se convertiría efectivamente en el expediente: una carpeta de drive que contiene hasta el momento más de ochenta archivos sacados de internet (principalmente PDFs y JPGs) que aportan de alguna manera información para construir un relato biográfico. 
Al momento de inaugurar esta muestra me sigo preguntando si esta investigación es también una práctica artística (y si hay necesidad de denominarla como tal).

 

Leer “Expediente Ricaldoni”: de la ingeniería al arte a bordo de un submarino, de Maite Acosta

bottom of page